Creación de carbono activo con materia orgánico para limpiar agua de Industria Textilera.
Investigado por: IM Marcela Correa
Dentro de la
Industria Textil se generan grandes cantidades de agua residual en sus procesos
productivos, principalmente en operaciones de preparación, tintura y acabado de
los textiles dentro del ennoblecimiento.
La Industria Textil
se considera como una de las más contaminantes, debido a las grandes cantidades
de agua que utiliza para el teñido, para ello cuenta con alrededor de 10 mil
colorantes comerciales disponibles, los cuales representan el 70% de los
colorantes que se producen a nivel mundial. Aunado a esto la liberación de
color en el medio ambiente es indeseable, muchos colorantes de las aguas
residuales y sus productos de degradación son dañinos para la salud. La mayoría
de los colorantes utilizados son de tipo azo cuya estructura, que consiste en
la unión de dos sistemas de anillos aromáticos, impide su degradación en el
ambiente.
El tratamiento de
estas aguas es difícil, en especial la eliminación de los colorantes, en este
tipo de efluentes representa un reto tecnológico en los procesos de tratamiento
de aguas residuales. Se estima que mundialmente se descargan 280 mil toneladas
de colorantes en los efluentes textiles, es una compleja mezcla de colorantes y
compuestos que se emplean para el acabado, esto hace que las aguas residuales
de la Industria Textil sean difíciles de tratar.
Atendiendo a este
problema, la Doctora en Química de la Facultad de Ingeniería de la Universidad
Autónoma de Puebla (BUAP); Alejandra Alicia Peláez Cid, ha logrado producir
carbones activos a partir de desechos orgánicos, para la aplicación en la
remoción de contaminantes ambientales.
La materia prima para
la creación del carbón activo, está constituida por la cascara de la tuna, el
tallo del brócoli, la fibra de agave y el hueso del zapote capaces de eliminar
el 99 por ciento el colorante vertido en efluentes textiles.
La Doctora ha
comprobado que el carbono activo obtenido por esta materia tiene una alta
eficiencia y son mejores que los carbonos comerciales. En el caso de la tuna,
con comemos la pulpa, pero desechamos la cascara y esta representa 42 por
ciento de la fruta en total; entonces, en lugar de generar un residuo sólido,
se utiliza en la preparación de carbones.
Al momento de tratar
el agua residual se miden los niveles de contaminación mediante un parámetro
denominado Demanda Química de Oxígeno (DQO), que permite determinar la
contaminación por materia orgánica en el fluido.
La norma permite de
200 a 240 partes por millón (ppm) de la DQO, y con este proceso se ha logrado
bajar a un valor menor, lo que indica que se podría utilizar el agua. El
sistema consiste en que a través de un sistema de flujo se transporta el agua
residual en una columna empacada con el carbón activo y después de cierto
tiempo es posible comprobar que el colorante ha desaparecido casi en su
totalidad, Esto también se logra mediante sistemas estáticos o batch.
Las bondades en la
utilización de residuos vegetales para producir carbones también se aprecia en
los bajos costos de producción, porque el gasto se concentra en el traslado de
las cáscaras de la tuna, el tallo de brócoli, o bien las pencas de agave, al
lugar donde se producirá el carbón.
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